La inmejorable relación costo/beneficio

Durante algunas de mis clases donde estudiamos nuevos sistemas constructivos, los estudiantes no pueden reprimir la siguiente pregunta:

Estudiante: -Ese sistema es muy interesante, ¿pero cuál es su costo?

Una rápida respuesta sería -en la mayoría de los casos-: “Este sistema constructivo tiene un costo superior/inferior respecto a su símil dentro de los restantes sistemas constructivos”.

Pongamos un ejemplo: Un tabique realizado con construcción de placa de roca de yeso será un tanto más costoso que uno realizado en mampostería cerámica. Pero esa respuesta sería incorrecta. O al menos, incompleta

¿Por qué razón?

Porque los estudiantes comparan los recursos de producción involucrados y nada más.

Obvian valores sumamente importantes como el costo de la mano de obra -reducida notablemente en la materialización de los sistemas secos- y por ende, los gastos indirectos de la empresa constructora, seguros, y otras remuneraciones que perforan el bolsillo (o la billetera) del comitente.

Estimar la relación costo/beneficio se vuelve en un preciado valor a la hora de definir un detalle constructivo. Deseo sumar aquí un nuevo valor: El Costo Ambiental.

El costo inicial de un edificio energéticamente eficiente es sustancialmente superior respecto de aquél donde prima el beneficio económico de construir y vender, porque quien lo materializa no paga los costos de operación a lo largo de su vida útil (estimados, en promedio, en unos 70 años).

Una envolvente eficiente priorizará la iluminación, climatización y ventilación natural con una mínima intervención de instalaciones mecánicas para tal fin, así como el uso de sistemas pasivos que no requieran del consumo de energía para su operación. Se puede incluir el uso de instalaciones operadas con energías renovables (solar, eólica, etc.), si su costo así lo justifica. El valor económico de la energía debería ser considerada como una parte más del ciclo de vida del edificio, ya que no todas las tecnologías son equivalentes ni provocan los mismos efectos ambientales, si se tienen en cuenta los costos externos.

Los costos de construcción del edificio tendrían una incidencia directa en el precio de adquisición del mismo, pero cierto es que se verían compensados por el ahorro verificado en los costos de operación y mantenimiento.

Esto es: “Lo inicialmente barato puede resultar carísimo a futuro”. Nuevamente apelamos a la inmejorable relación costo/beneficio que es potestad del cliente conocer y obligación ética del profesional informar.

La categorización podría transformarse en un atractivo para el comprador del inmueble, favoreciendo el uso de esas tecnologías por parte del constructor.

Los costos de operación y mantenimiento de un edificio eficiente representan un ahorro para aquél encargado de abonar por dichos servicios, pero que no necesariamente es el propietario, por ende, deberían arbitrarse los mecanismos para que el beneficio también alcance a éste.

Por el Arq. Gustavo Di Costa

Editor de Revista ENTREPLANOS

 

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