Proyecto

Por el Arq. Gustavo Di Costa
Editor de Revista ENTREPLANOS

 

Cita el Decreto-Ley 7887/55, con Jurisdicción Nacional, que proyecto es “[…] el conjunto de elementos gráficos y escritos que definen con precisión el carácter y la finalidad de la obra y permiten ejecutarla bajo la dirección de un profesional”. Contendrá todos aquellos planos generales, incluyendo plantas y elevaciones principales o acotadas, de carácter puramente técnico en cuanto a simbología y básicas en relación a su rápida interpretación durante la ejecución de todas sus estructuras e instalaciones. Abarca planos generales y pliegos de detalle, con todas las especificaciones y planillas correspondientes, acompañado de presupuestos, contratos o pliegos de condiciones, llamados a licitación cuando sea el caso y estudio de propuestas. En pocas palabras, se trata de una documentación que sienta decisiones tomadas sobre todos los aspectos que hacen a la obra tal y como se llevará a cabo. Si quisiéramos ahondar en estas definiciones, el Art. 3 del Decreto Provincial 6964/65, nos habla del “[…] conjunto de elementos gráficos y escritos que definen con precisión el carácter y finalidad de la obra y permite solicitar la aprobación de las autoridades respectivas, licitar, cotizar y adjudicar, dirigir y ejecutar la obra, e involucra:

 

Planos generales: Plantas, cortes y vistas. Ubicación de las instalaciones, máquinas, conductores, plantaciones y demás accesorios. Son los documentos básicos para la ejecución de estructuras e instalaciones.

Planos complementarios: Todos aquellos planos de conjunto y de detalle, ya sea estructuras, instalaciones, elementos constructivos, planillas, etc.

Pliego de condiciones: Contiene y determina las cláusulas y condiciones que regirán los distintos trabajos que intervengan en el proyecto.

Memoria descriptiva: Incluye toda aquella información técnica que amerite ser documentada.

Cómputo métrico: Todos aquellos cálculos surgidos de los planos generales y complementarios, a fin de cuantificar la obra y sus elementos integrantes.

Presupuesto detallado: A partir del cómputo métrico, arribará a un costo anticipado de la obra.

Estudio de propuestas: Es la revisión y verificación de las propuestas ofertadas para la ejecución de la obra, incluyendo toda documentación respaldatoria gráfica, escrita o verbal que se deba suministrar para facilitar la adjudicación de dichas propuestas.

Documentación para actuaciones oficiales: Todos aquellos elementos que el comitente requiera para llevar a cabo las aprobaciones pertinentes, tanto en entes privados como públicos, municipalidad, etc.”

Queda claro, entonces, que cuando hablamos de proyecto se trata de un proceso de composición, donde empezamos por aquellos elementos flexibles, amigables al ojo de aquel “que no es del palo” y que resultan claves para la toma de decisiones. Decisiones que deben ser guiadas por el profesional, pero demostradas en un soporte que lo prescinda como tal, que le dé lugar al cliente de expresar también su punto de vista. Al final de cuentas, nuestro aporte profesional sólo es eso, un aporte -fundamental, claro- pero quien habitará el edificio no seremos nosotros. Los croquis deben hablar por sí mismos. Luego pasaremos a afinar el lápiz, a pasar a lo técnico sin excluir por completo al comitente, será misión del anteproyecto que este último comprenda las elecciones propuestas, sus fundamentos y termine de cerrar la idea, dejándola lista para su ejecución. En dicha ejecución, o para ella, se buscará tener el ojo más crítico y técnico posible, el más detallista y completo, capaz de no dejar aspecto alguno librado al azar, capaz de poder prever en su máxima posibilidad los costos, plazos y beneficios del proyecto. Un aspecto fundamental para tener en cuenta en esta última etapa es que cuando hablamos de proyecto, no debemos perder de vista que siempre hablamos de documentos, pliegos, contratos. En resumen, papeles. Allí entra en juego un punto clave: La responsabilidad del proyectista como autor de su obra. Casi como si fuera a enfrentarse a un jurado anónimo, es imprescindible que el proyecto se encuentre completo y sea claro para todos sus intervinientes: Desde el sanitarista, hasta el director de obra, el marmolero y ni hablar del cliente. Las horas que demande el proyecto valdrán en moneda, puesto que es la etapa de mayor peso dentro del proceso completo de la obra a construir. Finalmente, en la materialización, entran en juego otras estrategias las cuales facilitan la dirección y ejecución. Tales son los planos específicos a cada gremio, donde las plantas son “limpiadas” a fin de permitir una rápida lectura y entendimiento con el contratado, evitando distracciones y eventuales errores por verse información superpuesta a otra que no es necesaria en ese preciso momento. A su vez, el proyecto no es un ente estático, por ende, siempre debe ser considerado viable de correcciones, modificaciones -en ocasiones provenientes del cliente- y mejoras.

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Alejandra



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