Si notamos que los dueños de la heladería del barrio tiran a la basura esos tachos de plástico blanco en los que conservan el alimento, atención, no dejen de juntarlos: un día podrían hacerse una casa con ellos.
Cuidar el planeta y calidad de vida
Felizmente en esta era de cambios la verdadera arquitectura sigue dando grandes lecciones de cómo cuidar el planeta y vivir con calidad gracias a las pequeñas grandes ideas aplicadas a los sistemas constructivos. Así sabemos hoy cuan versátiles pueden ser algunos materiales alternativos al clásico ladrillo, como madera, chapas, bolsas de barro, acero y ciertos productos que contaminan pero que, controlados, pueden dar soluciones sencillas y de bajo impacto ambiental. Es el caso de una biblioteca comunitaria en la localidad de Taman Bima, Bandung, Indonesia, donde el diseño explora con gracia un objeto que jamás usaríamos para otro fin, como esos baldes en los que la industria alimenticia comercialzia el helado.
El estudio Shau, fundado por los arquitectos Doliana Suryawinata y Florian Heinzelmann, con base en Indonesia y oficinas en distintas ciudades de Europa, desarrolló para este espacio de uso social un edificio de dos plantas elevadas del piso, cosidas por escaleras continuas y revestidas por una fachada íntegramente realizada con baldes apilados de forma horizontal y ordenada. Simplemente cortaron el fondo de algunos para permitir la ventilación del interior y el paso de la luz, al tiempo que evitan la lluvia en una región donde abundan. El patrón que usaron para colocarlos repite un mensaje alineado al espíritu de la propuesta: buku adalah jendela dunia o “los libros son ventanas abiertas al mundo”.
Multipremiados por su compromiso con la construcción sustentable, para esta dupla se trata de trabajar con lo que hay disponible en el lugar. “Digámoslo de esta manera. Para nosotros hay dos caminos dentro de la arquitectura sostenible:
- Uno se basa en la regulación, lo que está ocurriendo en Europa y Singapur, impulsado por la tecnología. Pero en Indonesia, al no estar regulada en absoluto, es una alternativa de difícil acceso.
- Entonces, como arquitectos nos queda reducir el impacto a través de un diseño inteligente que consiste en pensar una mejor distribución del edificio:
- orientaciones para obtener ventilación cruzada
- techos verdes
- patios plantados etc.
- Es decir, mejorar el microclima y la habitabilidad sin contar con la tecnología.
- Si estamos trabajando en un proyecto de apartamentos de gama baja a media, por ejemplo, no podemos decirles a los clientes que no tendrán aire acondicionado, pero sí podemos pensar una construcción inteligente y sombreada, de modo de proporcionarle un ambiente habitable sin el recurso del aire acondicionado” decía Suryawinata en una entrevista, a propósito de haber ganado el American Architecture Prize a la mejor arquitectura sustentable de 2018.
Los tachos de helado construyen un filtro solar durante el día y de noche convierten a la biblioteca en un caleidoscopio lumínico. La estructura se levanta sobre una vieja losa de hormigón, que se preservó para dotar a la urbanización de un edificio cargado de belleza y significación. Formados en el Berlage Institute de Ámsterdam, Suryawinata (nacida en Jakarta y Henzelmann en Múnich) trabajaron para grandes despachos hasta fundar su propia oficina comprometida con una arquitectura volcada a lo social, como reflejan muchos de sus proyectos que aprovechan vacíos urbanos y zonas olvidadas de países donde lo que abunda son las carencias.
Por: Marina Gambier