Las acciones que se desarrollan para enfrentar los problemas de drenaje de las aguas de lluvias en los sectores urbanos, requieren una gran coherencia y continuidad, debido a la intervención de múltiples agentes y a la interacción que presentan las variantes planteadas.
El propio escurrimiento de las aguas sobre la superficie urbana hace que en cada sector se sufran las consecuencias de lo ocurrido aguas arriba, y genere a su vez, obligaciones y efectos aguas abajo. Parece importante entonces establecer ciertas normas mínimas para compatibilizar los diferentes desarrollos dentro de un efectivo esquema general.
La definición de un sistema de drenaje que considere los cauces naturales y la forma en la cual ellos se incorporan en la urbanización, así como la materialización de un sistema de drenaje artificial, o de colectores de aguas lluvias urbanos que complemente la red natural, constituyen esquemas esenciales de una urbe.
La obligación de respetar el sistema de drenaje natural, incluso en sus etapas iniciales, estableciendo para cualquier sector urbanizado la forma en que se drenan los excesos en caso de ocurrir, hasta llegar a los cauces naturales o artificiales establecidos, conforma otro punto de atención. El compromiso para cualquier sector radica en urbanizar sin generar mayores volúmenes de escorrentía ni caudales máximos respecto de los producidos en el sector previo a la urbanización.
Entre los problemas que genera la urbanización, en relación a las aguas de lluvias, se destacan el incremento del volumen de escorrentía y el aumento de los caudales máximos a evacuar debido a la impermeabilización del suelo. La solución tradicional basada exclusivamente en redes de colectores de aguas de lluvias incrementa ambos fenómenos. Además, debido a que los colectores deben proporcionar un estándar de protección adecuado, su conformación es tal que su funcionamiento a plena capacidad en condiciones de diseño resulta eventual, encareciendo la solución de los problemas generados por las aguas de lluvias en las zonas urbanas.
En los casos en que las áreas urbanas se expanden aguas arriba de los sectores que ya cuentan con un sistema de drenaje, los mismos quedan obsoletos o son incapaces de operar con los mayores caudales generados en las nuevas zonas impermeabilizadas por la expansión de la urbanización.
Hoy en día, se admite que la reducción de los volúmenes necesarios a evacuar por las redes de drenaje -y su redistribución temporal- presenta numerosas ventajas.
Para ello, se recomienda utilizar como criterio de diseño general el que una vez urbanizado un sector debieran producirse volúmenes y gastos máximos de las crecidas de aguas de lluvias similares a los registrados previos a la urbanización. Ello supone recuperar la capacidad de infiltración y amortiguación de las crecidas que el sector presentaba antes de ser urbanizado, haciéndose cargo de las consecuencias de la impermeabilización del terreno.
El problema de las aguas de lluvias en las zonas urbanas tradicionalmente se ha enfrentado de manera de drenar y evacuar rápidamente los posibles excesos, conduciéndolos mediante redes de colectores hacia el cauce natural más cercano. Recientemente, se han planteado algunas observaciones ambientales a este esquema debido a los impactos que esa práctica produce en el sistema natural de drenaje aguas abajo de los lugares de descarga, fundamentalmente, en relación al incremento de los riesgos de inundación y el aumento de erosión y sedimentación en los cauces.
Adicionalmente, también se cuestiona que el enfoque tradicional afecta el balance hídrico natural, causa efectos de choque por la descarga concentrada de contaminantes, o contribuye al mal funcionamiento de las unidades de tratamiento, en el caso de los sistemas que reciben flujos contaminados de aguas servidas y aguas de lluvias.
En respuesta a estos problemas algunas comunidades han propuesto un tratamiento distinto basado en la disposición local, más cercana a las fuentes de las aguas de lluvias. Eso se logra infiltrando total o parcialmente los líquidos, o almacenándolos para evacuarlos con posterioridad a las tormentas, de manera de disminuir el volumen y los gastos máximos durante las lluvias. En el ambiente técnico, ese esquema se conoce como de “Control en la fuente”.
Tipificación de soluciones alternativas
Las soluciones alternativas a la evacuación directa ponen en juego almacenamientos temporales para restituir los volúmenes con gastos menores, una vez que transcurren los períodos críticos, o mediante la disminución de los volúmenes de escurrimiento por medio de la infiltración en el suelo. El principal efecto del almacenamiento de las aguas de lluvias consiste en disminuir el valor de los gastos máximos a evacuar, sin que necesariamente, afecten al volumen total escurrido. En esta categoría se incluyen a los almacenamientos difusos y localizados de las más variadas geometrías.
Almacenamiento difuso
El volumen retenido por unidad de superficie es bajo. Las alturas de agua almacenada son pequeñas y el diseño se concentra sobre los elementos de control de salida del flujo y la geometría de las cuencas receptoras. Este tipo de almacenamientos sólo retarda el flujo superficial aumentando las alturas de escurrimiento sobre las superficies o prolongando los caminos que debe recorrer el flujo hasta ser evacuado.
Normalmente, existen oportunidades en el diseño de la urbanización de disponer un espacio para aumentar los tiempos y extensión de la trayectoria de los flujos hacia la red de drenaje.
Por ejemplo, las superficies de los terrenos públicos pueden ser emparejadas, aspecto el cual permite aumentar los tiempos de traslado del agua, reduciendo los caudales máximos y posibilitando que parte del agua infiltre, al tiempo de reducirse la erosión del suelo.
La creatividad, junto al uso de tecnologías adecuadas, puede ayudar a conseguir un buen drenaje, condiciones estéticas y del paisaje mejoradas, control de la erosión, al mismo tiempo de asegurar costos de construcción, operación y mantenimiento menores.
En general, extensiones importantes como es el caso de grandes almacenes, industrias y edificios institucionales, posibilitan esta tecnología de tratamiento de las aguas de lluvia. Los elementos, en general, presentan poca intervención del usuario en cuanto a mantenimientos preventivos y correctivos.
Los aspectos de diseño más relevantes tienen que ver con la pendiente de las superficies, los elementos de evacuación y su ubicación en relación al sector. Pueden presentar problemas de filtraciones más el incremento de las exigencias estructurales.
Resultan ventajosos en techos y cubiertas los cuales han sido diseñados para soportar importantes valores de cargas, tal el caso de la nieve, por citar un ejemplo. En estacionamientos, veredas, paseos, parques y similares, puede ser aplicado este sistema con éxito. Normalmente, se trata de lugares de uso público, por lo tanto, requieren un diseño más cuidado y la consideración del efecto del vandalismo al permanecer constantemente expuesto.
En esos casos, la detención de las aguas de lluvias también se logrará aumentando la rugosidad de las superficies, acotando su pendiente o reduciendo la cantidad de elementos de conducción, tales como cunetas y canaletas.