La construcción es uno de los motores de la economía de todo país, tanto de infraestructura pública como de obras particulares, conformando un sector el cual refleja, indefectiblemente, los índices de crecimiento económico y el nivel de vida de sus ciudadanos. La innovación tecnológica, la apertura de nuevos mercados, la globalización de la economía, el desarrollo tecnológico, factores políticos y regionales, los nuevos medios de comunicación que nos acercan innovaciones de todo el planeta, y actualmente la ecología, constituyen variables a tener en cuenta, en ambos sectores de la construcción. Representa, entre otros, los puntos más relevantes para la sostenibilidad y creación de empresas que “realmente” sean competitivas.
Por el Arq. Gustavo Di Costa, editor de la Revista ENTREPLANOS.
El entregar los proyectos en el tiempo adecuado brinda confiabilidad, así como el ofrecimiento de productos con los mejores estándares de calidad. Esta última condición, considerando productos de alta calidad no “debe ser” un valor agregado. Los nuevos ítems deben ser absorbidos por la los asimile, y a la postre, le otorgue como “beneficio económico empresarial” una nueva cartera de clientes. Es decir, tomar como objetivo la “calidad y la modernidad o la ecología” puede que “técnicamente” mejore la calidad de vida del individuo, pero paralelamente constituye, sin lugar a dudas, una ganancia a futuro para las empresas constructoras. Como dice el viejo refrán: “Quien no arriesga, no gana”.Segmentar el mercado, por necesidades apropiadas puede tornar al sector mucho más competitivo.
La responsabilidad social de las empresas contratistas en infraestructura, conforma otro objetivo inseparable de las políticas empresariales. La construcción de obras de infraestructura no solamente permanece enfocada a la realización de un contrato, sino además, a mejorar la calidad de vida de la comunidad. Dentro de ese contexto, el servicio al cliente debe contemplar más que una estructura una estrategia, adoptando no solamente las empresas que se encuentran en el mercado, sino incluir dentro de las políticas a las futuras pymes que ingresan al sector. Entonces, se deben crear estrategias de servicio encaminadas a modificar las estructuras empresariales, y utilizar la tecnología, no solamente en equipos de construcción, sino en sistemas de información, ofreciendo nuevas alternativas de construcción (ecológicas, industriales, etc.) que pueden desarrollar mejores prácticas para lograr que el cliente se muestre satisfecho con la gestión empresarial.
Una definición objetiva y universal de calidad, es la de Phill Crosby: “Calidad es cumplir con los requerimientos, o también, el grado de satisfacción que ofrecen las características del producto o servicio, en relación con las exigencias del consumidor”.El costo de la no calidad, conocido también como el “precio del incumplimiento”, permanece compuesto por aquellos gastos producidos por ineficiencias o incumplimientos, los cuales son evitables, como pueden llegar a ser, por ejemplo, desperdicios, devoluciones, reparaciones, reemplazos, gastos por atención a quejas o exigencias de cumplimiento de garantías, que potencialmente pueden convertirse en conflictos legales. En este escenario, el enfoque en la productividad se centra en la rentabilidad que beneficia al productor, en tanto que el enfoque en la calidad se centra en el producto/servicio el cual beneficia al cliente, y por lo tanto, supone el enfoque al cliente.