De la concepción a la realización

Por el Arq. Gustavo Di Costa
Editor de Revista ENTREPLANOS

 

Antes de pensar en cómo materializar la obra, el equipo a cargo deberá afrontar dos fases: Factibilidad y Estudios preliminares. Aunque este Editorial se centrará en resumir la información necesaria para que el equipo a cargo de materializar la obra desarrolle los primeros pasos, vale detallar que previo a ingresar en el periodo de realización (que también podrá denominarse como “Proceso de materialización de obras”), el equipo involucrado afrontará dos fases: Factibilidad y Estudios preliminares. La gestión de cada fase será similar, inclusive, en las fases de la etapa de realización; así lo explica Danielle Quarante (1992): “La gestión conceptual se ejercerá en cada de las fases según el mismo proceso. Puede definirse en cuatro etapas: Identificación, análisis, síntesis, convalidación. La importancia del tiempo consagrado a cada etapa puede variar en cada una de las fases. En el proceso se inicia con la identificación del problema planteado, sigue con la etapa de análisis, se pasa a una etapa de síntesis, la cual desemboca en una acción o realización y se prosigue en una etapa de convalidación de resultados. El proceso de concepción, intrínsecamente ligado a cada fase, también es un proceso retroactivo que hace intervenir permanentemente la noción de feedback”.

Danielle Quarante también reflexiona: “La fase de Factibilidad trata una importante etapa analítica que implica la siguiente pregunta: ¿el proyecto puede o no continuar? Puede ocurrir que durante esta primera fase se descubra que el proyecto no tiene la posibilidad de llegar a un buen fin, ya sea porque está abocado a un fracaso económico y comercial, porque lleva consigo consecuencias molestas para el entorno, ya sea porque los esfuerzos desplegados para resolver el problema son muy desproporcionados o el tema en cuestión requiere de mucho esfuerzo de investigación y estudio”. A su vez, M. Zito (2006) menciona que “(…) al finalizar esta etapa el equipo debería obtener una especificación de estrategia de producto, donde debería quedar asentado: La definición de estrategia de producto arquitectónico; una declaración de objetivos que guíe el proceso de diseño; una lista de temas para ser investigados inicialmente por el equipo de diseño, que guiará la investigación preliminar; un cronograma preliminar con las tareas y los tiempos estimados del proceso de análisis y definición del producto; y los costos preliminares asociados al proyecto”.

Danielle Quarante explica que: “La fase de Estudios Preliminares propone la aparición de varios conceptos los cuales responden al problema planteado; se trata al mismo tiempo de una fase de síntesis que permite formular soluciones creativas y de una fase de análisis que permite seleccionar algunas de estas soluciones”. Cuando se refiere a la arquitectura; un concepto es una idea, pensamiento o noción que constituye la columna vertebral y la base de un proyecto de diseño y lo impulsa hacia adelante. Se convierte en la fuerza y la identidad detrás del progreso de un proyecto, y es constantemente consultado en cada etapa de su desarrollo. Un concepto arquitectónico se puede describir como: Idea, noción, opinión, abstracción, filosofía, creencia, inspiración, pensamiento, intención, teoría, imagen, plan o hipótesis. Si bien es importante acercarse a la definición de concepto arquitectónico, esta investigación demanda comprender más en detalle la postura que el concepto arquitectónico gana desde el punto de vista del proyecto: El concepto se convierte en la base del proyecto ya que le brinda al arquitecto y al diseñador un marco claro al momento de tomar decisiones; proporcionando una metodología para el proceso de pensamiento al ofrecer ciertas reglas.

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Alejandra



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