Construir con inflación

En la industria de la construcción, las consecuencias de un proceso inflacionario no son siempre las mismas, puesto que no existe un único tipo de fenómeno. Los inversores, sumidos en un sistema inflacionario, pierden la capacidad de aplicar sus recursos al sector, dado que la consecuencia más importante de dichos períodos es que el dinero pierde su valor adquisitivo, lo cual afecta, en un primer momento, a la población que percibe salarios fijos, aunque posteriormente, afecta directamente a personas cuyos ingresos dependen del consumo de los primeros. Atento a ello, las obras retrasan su posibilidad de comercialización, y la fiebre de la construcción desacelera su ritmo.

Por el Arq. Gustavo Di Costa, editor de la Revista ENTREPLANOS.

Habitualmente, los profesionales de la industria de la arquitectura y la construcción experimentan la compleja tarea de presupuestar sus emprendimientos anticipándose a un proceso inflacionario, aspecto que motiva algunas advertencias. En primer lugar, definiremos el concepto de “inflación” muy mentado, pero estimo, pocas veces comprendido en su verdadera magnitud. La inflación supone un aumento general y sostenido de los precios de productos y servicios de un país, iniciado y potenciado por alguna variación económica. Entonces, la inflación consiste en una disminución del valor del dinero con respecto a los productos o servicios que se pueden adquirir. En realidad, los procesos inflacionarios actúan como un termómetro capaz de medir una escala de posible pre-crisis financiera. Al respecto, nuestro país ha sufrido diversos episodios a lo largo de su historia de mayor o menor severidad.

Para los inversores existe otro aspecto de vital importancia por lo negativo: La inflación genera desconfianza y angustia. Las personas no pueden encontrarse seguras sobre qué tanto aumentarán los precios de los productos semana tras semana y mes tras mes, por lo que se preocupan y pueden tender a realizar “compras por pánico” las cuales, irónicamente, incrementan la demanda, y con ello, la inflación.

Ante dicho contexto debemos encauzar nuestros objetivos para evitar que la incertidumbre se apodere de nuestros proyectos y programar con anticipación las compras/servicios de los recursos de producción necesarios. No debemos dejarnos llevar por la idea de que si un insumo muestra un alto precio aumentará a futuro, dado que la inflación promueve, también vale decirlo, especulaciones de todo tipo. En paralelo, es conveniente eliminar de nuestra cartera las deudas contraídas en el pasado e invertir dinero en nuevos proyectos. Ante un proceso inflacionario resulta fundamental ahorrar e invertir a fin de preservar el valor monetario del cash, evitando -o salvaguardando- su real cuantía.

No olvidemos, para finalizar, que en épocas inflacionarias es cuando más el pequeño y mediano inversor recurre a “sacar del colchón su efectivo y ponerlo en ladrillos”. Pasado el chaparrón, dicha inversión representará un valor recuperado respecto de otras ofertas presentes en el mercado financiero.

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