Entreplanosnoviembre 29, 2019
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Los sistemas de piso radiante funcionan con un circuito de agua a baja temperatura (30 a 45 ºC) frente a los radiadores, quienes por ejemplo, demandan mayores temperaturas de impulsión (80 a 85 ºC). Los sistemas de baja temperatura originan menos pérdidas y la eficiencia de los generadores térmicos empleados, tales como calderas de condensación, bombas de calor, entre otras, es mayor, por lo tanto, consumen menos.

Por ello, el uso del piso radiante consume entre un 10 y un 20% menos en relación a otros sistemas de calefacción convencional.

Una de las características que más distinguen al piso radiante de los radiadores, u otro tipo de sistemas es su alta inercia térmica. Ello quiere decir que una vez encendido, tarda varias horas en calentarse todo el sistema y de la misma forma, varias horas en enfriarse. Esta característica puede ser tanto buena como mala, dependiendo de los hábitos de uso de los habitantes de la vivienda.

Una instalación de suelo radiante es conveniente para aquellos espacios en los cuales su utilización se lleve a cabo de forma continua, o en zonas muy frías, donde siempre conviene mantener una temperatura mínima. Para viviendas en zonas templadas en las cuales el uso de la calefacción va a ser puntual, por ejemplo, sólo unas horas al día (de 7 de la tarde a 8 de la mañana), es más recomendable instalar y trabajar con radiadores.

Al margen de otras características técnicas resulta prácticamente “invisible”, exceptuando un pequeño armario integrado en la pared encargado de esconder las válvulas de regulación del sistema, reservando la totalidad del espacio libre para el diseño de interiores.

Los radiadores, por el contrario, ocupan un espacio físico considerable, que debe ser tomado en cuenta a la hora de diseñar la distribución del mobiliario del proyecto.

Debemos considerar especialmente en el proyecto de una instalación de piso radiante el tipo de revestimiento que se aplicará sobre la superficie, siendo preferibles pisos de mármol o baldosas cerámicas. No es que sea incompatible con la madera, pero dependiendo de la calidad de la misma, puede generar problemas.

Con el piso radiante, la temperatura del aire cercano al suelo será ligeramente superior a la del aire a la altura de la cabeza, y el calor se reparte de forma uniforme por toda la casa, y no se acumula en zonas puntuales como en aquella más próxima a los radiadores. Además, al no producirse corrientes de aire se reduce la generación del polvo, no produce sequedad y la baja humedad consigue evitar la aparición de ácaros.

Hace años se difundió el mito de que el piso radiante fomentaba la aparición de varices debido al contacto directo del calor con las piernas, pero con las bajas temperaturas con las cuales circula el agua por el sistema, la sensación no será mayor a los 25 ºC, lo que no va más allá de una sensación agradable de confort, nunca de molestia.

Todo cuerpo, por el hecho de manifestar una temperatura superior a otro, irradia calor. Evidentemente, esta energía irradiada es tanto mayor, cuanto mayor es la temperatura del cuerpo. El ejemplo más claro de radiación que se presenta cotidianamente es la de la energía calorífica por parte del sol. En las viviendas con sistemas de calefacción por radiadores, los mismos irradian calor al ambiente.

Aunque las tres formas de transmisión del calor (Conducción, Convección y Radiación) pueden ocurrir al mismo tiempo, suele suceder que una de ellas predomine sobre las otras dos. En las viviendas, el calor se transmite desde los radiadores por convección y radiación. En el caso de contacto con ellos por conducción. Los mencionados procesos dependen, en gran medida, de las condiciones de transmisión ofrecidas en cada caso, así como de las condiciones de aislamiento presentadas por parte de los conductos de distribución.



Auspician Entreplanos




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