Un sistema de “Fachada Ventilada” se encuentra constituido por una sucesión de capas y estratos funcionales, los cuales ofrecen prestaciones específicas en grado de satisfacer determinados requisitos. De esta forma, se garantiza la protección de las paredes exteriores y la total integración de dos fundamentales aspectos, normalmente en contraste entre ellos: La protección respecto del agua de lluvia y la adecuada “transpiración” del cerramiento. Entre sus principales propiedades destacamos:
Permeabilidad: Una Fachada Ventilada conforma un sistema de protección de las paredes con una elevada capacidad de “transpirar”, aspecto el cual permite que la humedad producida en el interior de los ambientes pueda difundirse en el exterior sin encontrar obstáculos o barreras, manteniendo los muros y paneles aislantes secos y en condiciones ideales para brindar una óptima aislación y conservación.
Protección ante la humedad: Conformando el agua de lluvia y el hielo dos de las principales causas de degradación de las envolventes de los edificios (además de los gases contaminantes presentes en el aire), la perfecta protección de las estructuras de los muros constituyen un notable resultado, considerando también el aspecto del mantenimiento de las obras. Recientes experiencias documentadas han demostrado como una Fachada Ventilada con un paramento externo dimensionando módulos de 60 x 60 cm, colocados con juntas abiertas -de un espesor aproximado de 8 mm- permite un ingreso de agua muy reducido, aunque se encuentre en presencia de un viento permanente.
Eliminación de los puentes térmicos: Con la Fachada Ventilada se puede también llevar a cabo una correcta aislación térmica, no solamente según los parámetros establecidos por las normativas vigentes, sino también anulando los defectos desarrollados por condensación y hongos en el interior de los ambientes, fuente de desequilibrios entre los componentes, y por ende, responsables de grietas y desprendimientos de los componentes de una fachada.
Efecto “escudo térmico estival”: En el período estival la Fachada Ventilada recrea un verdadero “escudo térmico” sobre el paramento del edificio donde ha sido aplicada, protegiéndolo del excesivo calor, en particular, sobre las paredes orientadas hacia el oeste y norte, gracias también a la constante circulación de aire a temperatura ambiente, capaz de manifestarse sobre la superficie externa del aislante.
Inercia térmica: Gracias al sistema de Fachada Ventilada se realizan muros perimetrales a elevada inercia térmica, lo cual implica “aprovechar” la capacidad térmica de las paredes. Resumiendo, se obtienen dos efectos positivos. Primero, en condiciones estivales, se logra el desfasaje de la onda de calor, o sea, el calor penetra en el interior de los locales, en forma reducida y también en horas en las cuales la temperatura ambiente es menos elevada. Ante las condiciones invernales se garantiza un mayor tiempo de enfriamiento de la pared.
Absorción del ruido: La Fachada Ventilada permite lograr con sencillez los valores recomendados establecidos por las normas respecto a la aislación acústica, recordando que con un incremento del poder fonoabsorbente de 6 dB corresponde disminuir en la mitad el nivel sonoro en el local tratado. En efecto, el sistema al encontrarse compuesto por varios estratos genera una mayor absorción del ruido; puesto que la aislación resulta ser continua y sin interrupciones. De esta forma, elimina fácilmente los puentes acústicos, aún más complejos de tratar que los puentes térmicos. De esta forma, una correcta elección del material aislante y un adecuado proyecto de los muros perimetrales de nuestras obras pueden otorgar al edificio un elevado grado de aislación acústica, con el consecuente ahorro económico en beneficio de la construcción.