Precisión e imaginación

Como todo hecho productivo, una “obra” requiere de una organización funcional, que marque las jerarquías, dependencias funcionales, métodos y autoridades precisas para su producción. Esta estructura está fuertemente instalada en una pirámide de mando que va desde el Director de Obras, pasando por el Jefe de Obra, los capataces, los oficiales, ayudantes, administrativos y debe ser reflejada por parte de un organigrama consistente y equilibrado.

La organización de la estructura funcional es uno de los recursos imprescindibles al cual acceden los profesionales de la construcción para la asignación de los diferentes recursos productivos.

El cumplimiento de las pautas fijadas en las fases de planificación y programación acompañan continuamente la ejecución: La revisión y control de los diagramas de barras, redes e histogramas (es decir, los recursos asignados a cada tarea en particular) son de fundamental importancia en este momento.

Las inversiones, ingresos y egresos de los recursos económicos estimados se instalan en el jefe de la gestión económica. La formulación de curvas de inversiones, permiten plantear el manejo de los recursos financieros y su posible control posterior.

Toda obra es legalmente, un contrato de locación, en el cual las partes han pactado la ejecución de un edificio, para un uso determinado y en condiciones técnicas específicamente definidas. El cumplimiento de las mencionadas condiciones técnicas preestablecidas, son responsabilidad de los profesionales en sus diferentes roles.

Como Director de obra o Inspector, defender los intereses del comitente y el cumplimiento del contrato. Como Jefe de obra, el cabal cumplimiento de lo pactado y la protección de los interese de la empresa constructora a efectos de no superar los recursos asignados para la ejecución de las diversas tareas.

Hemos planteado una diferenciación fundamental, definir a la eficiente organización de las obras como un proceso intelectual el cual mezcla inteligentemente instancias de análisis con la ejecución “in situ”. Todo ello con un único y fundamental objetivo: Fortificar la formación profesional de los arquitectos en uno de los frentes más conflictivos de su relación con el mercado laboral.

Recuperar calidad y excelencia es hoy fundamental.

Tenemos la necesidad de concebir a la construcción como un proceso donde los arquitectos también deben aplicar su capacidad de diseño.

Diseño que debe encontrarse fuertemente basado en un contenido científico y de análisis. Una pared tiene una forma determinada, un error en su cálculo no es responsabilidad del azar sino de la negligencia.

Ser precisos y a la vez imaginativos, conforma el gran desafío.

 

Por el Arq. Gustavo Di Costa

Editor de Revista ENTREPLANOS

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