La arquitectura verde constituye un modo de concebir el diseño basado en la optimización de los recursos naturales y los sistemas, de modo de minimizar el impacto ambiental de nuestras construcciones en el medio ambiente y sus habitantes. El cambio climático a nivel mundial transformó la manera de construir. Actualmente, lo vemos como el nuevo modelo de diseño, pero en realidad, no es más que construir adecuadamente, teniendo en cuenta la ubicación, el asoleamiento, las aislaciones, etc.
Si consideramos que, aproximadamente, el 90% de la energía utilizada depende de combustibles fósiles, entendemos que es necesario modificar dicha matriz energética, siendo este el nuevo desafío. No hablamos de tendencias extremas, como la “casa pasiva”, sino de construir de manera sustentable, con envolventes eficientes, eficaces materiales y elementos, utilización de energías renovables, etc.
En este sentido, la Certificación LEED aporta una distinción que otorga una entidad internacional, el USGBC -Consejo de Construcciones Verdes de los EEUU- a aquellos proyectos y obras que han demostrado un compromiso ambiental más una reducción en la contaminación, consumo de materiales, energía, agua potable, tratamiento de residuos y calidad ambiental interior. Conforma un sistema de evaluación que permite otorgar a una construcción un cierto puntaje según sus mejorías.
En nuestro país es difícil proyectar en términos de largo plazo, aplicando una mentalidad del ahorro a futuro, puesto que las tarifas de los servicios aún son subsidiadas por el Estado, quitándole importancia económica al esfuerzo efectuado para utilizar energías alternativas. Los inversores, a quienes mayormente les interesa construir obras sustentables, son aquellos que invierten en oficinas para alquiler, por ejemplo, las cuales ofrecen un alto valor agregado respecto a las tradicionales, volcando el mercado hacia ellas. En los Estados Unidos un cliente está dispuesto a pagar un metro cuadrado más costoso dentro de un edificio eficiente. Esa lógica permanece ligada a una toma de conciencia del medio ambiente incorporada en su cultura. Quizás llegue el momento en que en nuestro país un cliente también optará por pagar más pensando en que no obtendrá un beneficio personal sino colectivo. Es hacia allí donde debemos dirigir nuestras construcciones.
Las citadas normas LEED, conjuntamente con otras existentes en distintos lugares del mundo, buscan unificar criterios válidos de análisis a los efectos de simplificar los procesos a la hora de tomar decisiones. Si bien es cierto que resulta difícil -por el momento- corroborar los beneficios directos de las arquitecturas sustentables, ya que aún los pocos proyectos certificados no han arrojado resultados sobre los montos efectivos ahorrados, dato que seguramente impulsará al mercado a interesarse más en esa temática; una construcción sustentable tiende a mejorar los diseños existentes en pos de una óptima calidad interior y menor contaminación ambiental.
Conforma una potestad del diseñador elegir qué sistema se aplica mejor a su proyecto, y en la actualidad, los principales interesados en invertir mejor, asegurando una adecuada rentabilidad del emprendimiento.
En definitiva, son las empresas que poseen inmuebles de renta, las que obtienen un rédito directo en sus ingresos, debido a que las marcas multinacionales buscan, cada vez más, obras sustentables para asentar sus sedes.
Por el Arq. Gustavo Di Costa
Editor de Revista ENTREPLANOS