El buen presupuesto

¿Cuántas veces se pierde un trabajo por tomar a la ligera la confección de su presupuesto, o bien, se resta seriedad al incluir, una vez tomado el encargo, costos adicionales que pudieron ser previstos con un análisis más detenido? 

Independientemente de las inestables condiciones que suele padecer en nuestro país la industria de la construcción, evidentemente, una empresa constructora debe implementar una seria política de formación de precios para, de ese modo, resultar competitivos y confiables comercialmente. 

Ese es uno de los ítems más valorados por las empresas constructoras serias, quienes tercerizan los distintos trabajos componentes de una obra. Saber escuchar lo que el mercado tiene para decirnos resulta ser un factor clave. Las empresas constructoras, indistintamente de su escala, conforman las células esenciales dentro del mercado de la construcción. 

Por ello, deben sentar las bases para su propio desarrollo organizando su estructura productiva en todas las áreas de su accionar, desde el sector administrativo, productivo y de comercialización. 

La productividad es un punto a considerar. Resulta imprescindible organizar y optimizar los procesos de materialización de los trabajos, por ejemplo, automatizando las tareas a partir del empleo de equipos específicos. 

Obviamente, será de suma importancia contar con tecnología, en la medida de lo posible, que permita el correcto desarrollo de la producción. Todo servicio o producto puede contar con excelentes condiciones, pero si no se lleva a cabo un preciso estudio del mercado y posterior comercialización, el mismo puede fracasar.

La óptima formación de precios debe ir siempre acompañada por el asesoramiento de un profesional capaz de estimar los costos más importantes dentro de la producción. El resultado buscará alcanzar una inmejorable eficiencia mediante la eliminación de gastos superfluos e innecesarios, evitando de esta manera, desvíos presupuestarios, que por lo general, terminan en situaciones conflictivas con el comitente, o bien, dentro de la administración de las finanzas de la propia empresa constructora. 

Muchas pequeñas y medianas empresas constructoras, o los técnicos independientes, han iniciado sus actividades de manera precaria, casi improvisada, no contando con los elementos necesarios para fortalecerse y sembrar las bases de su propio desarrollo. 

Tiempo atrás, el mercado permitía ciertas falencias que hoy son incompatibles con la realidad verificada a nivel productivo. 

Actualmente, el ejercicio de la profesión reclama un cierto alineamiento empresarial detrás de una conducta que permita organizarse, producir y competir.

Por el Arq. Gustavo Di Costa

Editor de Revista ENTREPLANOS

Comentarios

Entreplanos



Auspician Entreplanos




Newsletter







Comentarios