Llegan las “casas containers” a Comodoro

Gustavo Fernández es diseñador de interiores y cabeza de un proyecto que convierte contenedores de industrias en viviendas. Una obra terminada puede tardar tres meses y representa un 40% de ahorro en costos de construcción. Destacan la funcionalidad de esta alternativa familiar.

Los nuevos tiempos de la construcción plantean desafíos y opciones desde la innovación y los costos, hasta en los tipos de materiales más aconsejables. Gustavo Fernández (46), empresario y diseñador de interiores plantea “olvidarse” del hormigón para dar paso a una opción más rápida, informal y estéticamente acorde a estos tiempos. Los contenedores usados como viviendas familiares son una tendencia en alza. E incluyen proyectos comerciales e industriales además de la ilusión de ser la “primera vivienda” para quienes piensan el futuro de una manera más funcional. “Las estructura son extremadamente sólidas y permiten adecuarlas a cualquier tipo de obra. Tenemos mucha experiencia en la zona con este tipo de módulos para la industria petrolera”, reconoce.

“En vez de pensar en hormigón, comenzamos a pensar en la experiencia metal mecánica, en estructura de acero y con soldadores. Empezamos con cosas propias hace algunos años y con todo este parate y alguna posibilidad para hacer algo en Camarones u otras ciudades, comenzaron a llover las solicitudes”.

De acuerdo a su mirada, la mejor publicidad son los trabajos realizados y las obras en proceso. “Tenemos viviendas fabricadas; construimos y lo que mostramos está hecho, no utilizamos renders. Vivo en una y es la segunda que construí con esta metodología. Las viviendas están disponibles para ser visitadas”.

Las “casas-containers” son básicamente más económicas que cualquier construcción convencional. “Sin dudas, hoy los costos sabemos que se han disparado en todo tipo de construcción. Lo que se permite en este caso es que la estructura ya está montada, no tenemos problemas de bases, fundaciones o columnas; ni de hormigón ó su tiempo de fraguado. Lo que tiene especialmente a favor es que es un método rápido para ejecutar y las viviendas queda terminada al punto de uso”.

Fernández agregó que la construcción “en ladrillo” o en seco implica siempre un stress adicional para cualquier familia. Por las intervenciones que deben realizarse y lo que eso, suele conllevar respecto al personal que interviene en la obra. “Sabemos que el rubro de la construcción tiene sus dificultades”, plantea.

El uso de los espacios y los materiales a utilizar no se limitan ante cualquier pedido o cantidad de ambientes.

“Los límites no existen, lo pone sólo el presupuesto de cada cliente o de cada proyecto. El proceso se inicia con un proyecto que permite no encontrarse con problemas eventuales y determina con qué podríamos encontrarnos en cada uno de los pasos”.

Del proyecto se procede a los cortes de los contenedores para el “aventanamiento” o las vinculaciones entre otros contenedores. “Se va construyendo como el Rasti, sucede algo similar pero con estructuras más grandes. En vez de moverlas con la mano la movemos con la grúa”, grafica Fernández quien trabajó en Ecuador y se desarrolló en el ámbito del petróleo. “En tres meses tenemos una vivienda tipo, terminada y listo para entregar”, destacó en diálogo con el programa “Fase Cero” (Cadena Tiempo ).

Para una vivienda familiar tipo se puede utilizar dos contenedores de 12 metros con la amplitud suficiente para dividir y adecuar los ambientes. “Con eso funcionará muy bien aunque se puede generar espacios entre contenedores; ahí viene la inventiva del diseñador o del arquitecto que interviene. Con dos containers se genera una vivienda de amplias dimensiones y con todas las comodidades”. En la práctica un ambicioso proyecto se está montando en Rada Tilly en un conocido parador de la Costanera, que plantea una construcción moderna y realizada en tiempo récord. “Es un local de Del Viento que estamos haciendo en la bajada Uno, ahí desembarcaremos con una unidad de este tipo y quien se acerque podría ver nuestro trabajo”.

“Lo positivo –indicó Fernández- es la celeridad de los procesos, todo se acelera y es rápido, no tenemos problema de moverlo de un lado a otro o construirlo en un sitio y montarlo. La parte “negativa” es que la gente deje de pensar en hormigón y empieza a pensar en otra estructura igualmente sólida. Es una cuestión de acostumbrarnos. En E.EUU. y Europa todas son construcciones en seco o modulares de este tipo. Cuando decimos hormigón pensamos en una casa para 300 años y nos olvidamos que no la vamos a vivir”. Por las características de la construcción, el costo de mantenimiento es mínimo; inferior al de cualquier otra vivienda.

“Los containers marítimos vienen protegidos con una pintura epoxi muy importante y si bien cuando las intervenimos, rompemos esa cadena entre el acero y la pintura, la reflotamos con nuevos productos para prevenir la corrosión. No se tiene casi mantenimiento, se pinta menos de lo que se pinta una casa porque es chapa y sólo requiere de esmalte sintético. Utilizamos celulosa proyectada para la aislación con un método que consideramos es ambientalmente amigable. Tiene una gran respuesta en cuanto al aislamiento térmico y acústico. Es una máquina que expulsa una especie de papel picado muy fino, tiene un retardante de llama que hace que se pegue a la superficie. Esto evita el paso del calor por la estructura metálica y también de los ruidos”.

Y no existen limitaciones en cuanto a la vinculación con el cemento mismo; la distancia, el uso o la funcionalidad de estos contenedores convertidos en confortables viviendas familiares. “Se puede aplicar en cualquier lugar, no requiere de bases; los anclajes a la tierra son simples y armamos proyectos diversos que incluyen viviendas de emergencia en caso de incendio o inundación; puestos para campo que incluyen nuevas tecnologías en cuanto a energía solar y plantas de tratamiento de efluentes cloacales. Se pueden montar en cualquier lugar; apuntamos al producto primera vivienda para profesionales de la industria y jóvenes profesionales a los cuales le cuesta mucho acceder a una casa”.

Para Fernández, la idea encaja en tiempos de demanda rápida y respuesta acorde a otro tipo de bolsillos. “Hay convivencia entre las construcciones tradicionales y los módulos. Uno va cambiando en el día a día y cuando se piensa en crecer, imagina todo lo que puede pasar cuando hay una obra en casa. Acá queda terminada, incluyendo instalaciones de agua, gas o lo que fuere. Uno llega con el módulo terminado”.

En materia de costos, las “casas-conteiners” representan entre un 30 y 40% de la reducción de costos a igualdad de dimensiones, materiales y calidad de terminación. “Tenemos solicitudes de un local para una fábrica de pastas y de una gente de campo que quiere hacer baños móviles para la temporada de esquila. Nos encontramos con muchas consultas y obras nuevas”, finalizó.

Por Ismael Tebes | www.diariojornada.com.ar

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